La microbiota intestinal es uno de los grandes aliados (y a veces enemigos invisibles) de cualquier tratamiento médico. Se habla mucho de los efectos secundarios de los fármacos, pero muy poco de cómo nuestra microbiota modula la respuesta de nuestro cuerpo a esos medicamentos.
Se dice que la microbiota actúa como un primer hígado: dependiendo de su estado, los medicamentos que ingerimos son más o menos absorbidos, metabolizados o eliminados. Y eso marca una gran diferencia en su eficacia… y también en sus efectos adversos.
La relación bidireccional entre microbiota y medicamentos
Cuando tomamos un medicamento, alteramos el equilibrio de nuestra microbiota intestinal. Y a su vez, esa alteración puede cambiar la eficacia o toxicidad de los tratamientos.
Los billones de microorganismos que habitan en nuestro intestino no solo protegen frente a patógenos, modulan el sistema inmunológico y facilitan la digestión. También participan en el metabolismo de los principios activos de muchos fármacos.
Según numerosos estudios, esta influencia se da a través de tres mecanismos principales:
1. Producción de metabolitos microbianos
Algunas bacterias generan metabolitos que ayudan a transformar los fármacos, facilitando o dificultando su acción.
2. Producción de enzimas microbianas
Otras especies producen enzimas que modifican las moléculas del medicamento mediante reacciones químicas como la reducción o la hidrólisis.
3. Modulación de genes humanos
La microbiota puede incluso influir en la expresión de genes que codifican enzimas hepáticas e intestinales implicadas en el metabolismo de los fármacos.
¿Por qué un mismo medicamento no funciona igual en todas las personas?
Seguro que te suena esta escena: alguien toma un paracetamol y el dolor desaparece enseguida; otra persona, con la misma dosis, no nota apenas efecto. ¿Por qué? Una de las razones es el estado de su microbiota. Una microbiota diversa y equilibrada facilita que los fármacos actúen correctamente. Una microbiota dañada o pobre puede hacer que el medicamento sea menos efectivo… o incluso más tóxico.
Medicamentos que alteran más la microbiota
Algunos tratamientos tienen un impacto especialmente fuerte sobre la microbiota intestinal. Entre los más estudiados encontramos:
- Antibióticos, antivirales y antifúngicos: actúan contra patógenos, pero también destruyen microorganismos beneficiosos esenciales para nuestra salud intestinal.
- Omeprazol y antiácidos: reducen el ácido estomacal, permitiendo el crecimiento de bacterias que normalmente no deberían llegar al intestino.
- Metformina: altera el equilibrio bacteriano en personas con diabetes tipo 2.
- Laxantes, anticonceptivos, antidepresivos, ansiolíticos, antihistamínicos, hierro, analgésicos y antiinflamatorios no esteroideos (como ibuprofeno o diclofenaco): todos estos medicamentos pueden modificar, en mayor o menor medida, la composición de nuestra microbiota.
Casos concretos: la microbiota en acción
Un ejemplo muy ilustrativo es el del ácido acetilsalicílico (aspirina). Su metabolismo depende de la microbiota intestinal. Si se toma junto con antibióticos que dañan la microbiota, la eliminación de la aspirina se ralentiza, aumentando el riesgo de efectos adversos.
Otro caso: la microbiota puede ayudar a prevenir algunos efectos secundarios de los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), como las irritaciones gastrointestinales.
Un papel clave en el tratamiento del cáncer
El vínculo entre microbiota y medicamentos es especialmente relevante en oncología. La mayoría de las personas con cáncer tienen una microbiota debilitada por la edad o el estilo de vida. Además, tanto la quimioterapia como la radioterapia provocan disbiosis intestinal, lo que puede empeorar la tolerancia a los tratamientos y aumentar el riesgo de infecciones o recaídas.
Por eso hoy en día se investiga cada vez más cómo proteger o restaurar la microbiota durante los tratamientos oncológicos.
Cuidar la microbiota para mejorar la respuesta a los medicamentos
Todo esto nos lleva a una conclusión muy importante: la relación entre medicamentos y microbiota es bidireccional. Los fármacos alteran nuestra microbiota, y una microbiota alterada puede cambiar la eficacia y seguridad de los fármacos.
Por suerte, hoy sabemos que podemos actuar sobre este eje. Mantener una microbiota diversa y equilibrada —a través de una alimentación adecuada, la reducción del estrés y, cuando es necesario, el uso de probióticos específicos— puede ayudarnos a proteger la función intestinal y a mejorar la respuesta a los tratamientos médicos.
Esto es especialmente importante durante o después de periodos en los que nuestra microbiota se ve comprometida, como ocurre con los antibióticos, ciertos antiinflamatorios o la quimioterapia. En estos casos, complementar la dieta con probióticos líquidos vivos puede ser una estrategia eficaz para favorecer la recuperación del equilibrio intestinal.
Si buscas un apoyo específico en estas situaciones, en el blog encontrarás más información sobre productos como GUT Go Pro Eco, formulado para ayudar a restaurar y reforzar la microbiota tras tratamientos farmacológicos.
Bibliografía
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- Clooney AG et al. Aliment Pharmacol Ther. 2016.
- Foro de atención farmacéutica. Documento de consenso, 2008.